lunes, 28 de octubre de 2013

(CONCURSO LITERARIO) VI Premio Literario BizkaIdatz

Adjunto esta información para los que quieran apuntarse al concurso literario organizado por el Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia.
Para más información: www.bizkaia.net/bibliotecaforal

Bases para el VI Premio literario BizkaIdatz (2013-2014) "ESTA HISTORIA LA ESCRIBES TÚ".

El Departamento de cultura de la Diputación Foral de Bizkaia, a través de la Biblioteca Foral de Bizkaia, con el premio literario Bizkaidatz, "Esta Historia la escribes tú" pretende impulsar y promocionar la creación literaria de los vizcaínos y vizcaínas y conmemorar dos efemérides, la celebración del Día internacional del Libros (23 de Abril) y el Día Internacional de la Biblioteca (24 de octubre).

Participantes

  1. Podrán presentarse al concurso todas aquellas personas físicas mayores de 16 años, con un trabajo original y no publicado total o parcialmente. La participación en el concurso implica la total aceptación de las bases.
  2. En la modalidad de castellano las personas autoras participantes habrán de cumplir, al menos, uno de los siguientes requisitos:
    1. Haber nacido en Bizkaia o tener vecindad administrativa en un municipio de Bizkaia en el momento de la publicación en el Boletín Oficial de Bizkaia del Decreto foral que recoge estas bases, o haber tenido vecindad administrativa durante un período mínimo de un año en un municipio de Bizkaia con anterioridad a la publicación de estas bases en el Boletín Oficial de Bizkaia.
  3. No pueden participar en la presente convocatoria del BizakIdatz las personas ganadores del primer premio y segundo premio de cualquiera de las dos ediciones inmediatamente anteriores a la actual convocatoria. No obstante, dichas personas ganadoras sí pueden participar en la presente convocatoria del BizkaIdatz en la modalidad (euskera o castellano) en que no fueron premiadas.

Requisitos de las obras

miércoles, 23 de octubre de 2013

LA FORTALEZA

-LA FORTALEZA-

         

Permanecía obediente en su puesto; Su mirada se perdía en la oscuridad y un silencio sepulcral estaba presente en el corredor, aún así, el guardián estaba alerta a cualquier sonido o movimiento que se produjera dentro o fuera de la fortaleza.
                El guardián a menudo se preguntaba si realmente era necesaria su labor en aquel lugar, puesto que ningún habitante del reino se atrevía jamás a entrar en aquel recinto cerrado. La Fortaleza era un bloque sólido de Ónix, un edificio de absoluta oscuridad, sin ventanas que dejaran al sol iluminar aquel lugar, como si ésta pudiera desvelar algún secreto desconocido que el edificio escondiera. Pero era lo que la Fortaleza albergaba la verdadera causa del respeto y temor de la gente, eran las sombras que en él habitaban, los llamados “vengadores”. Personas más frías y oscuras que los corredores tenuemente iluminados de aquel recinto.
                De repente, unos sonidos alertaron al guardián, que se dirigió hacia la puerta preguntándose quién podría ser, quién podría haber reunido las fuerzas suficientes para acercarse hasta aquel lugar. Antes de abrir la puerta, el guardián se puso su capucha, igual de negra que sus vestimentas. Fuera era de noche, había luna llena, y la claridad de ésta era suficiente para causar dolor en sus viejos ojos. Posó su blanca mano en el pomo y abrió silenciosamente la puerta de la entrada, y entonces recordó por qué era necesaria su labor…
                Al final de los escalones se hallaba desfallecida una pequeña niña de no más de ocho años. Su aspecto era verdaderamente deprimente, su largo y rizado cabello estaba descuidado y enmarañado, su vestido totalmente destrozado, y sus pequeños pies heridos debido a los desgastados zapatos.
-Pobre huérfana- pensó el viejo- desde cuán remoto paraje ha debido de venir andando.
                Entonces tocó la campanilla del interior, su sonido atroz rompió el silencio, y

Juego: Completa el relato

Bueno, comenzaremos con un juego o ejercicio práctico que suele dar unos resultados increíbles. El Juego consiste en que se pone el inicio de una historia, y después, el que quiera, va continuando el relato. El objetivo es completar un relato corto entre todos. Es una manera muy divertida de disfrutar de la imaginación de otros escritores y de ver las formas de expresión. No me importa si se usa este mismo artículo para ir corrigiendo fallos, es más, sería algo muy valioso hacerlo.
Así que... Comenzamos:

EL MONASTERIO

La lluvia mojaba su rostro, su torso y sus brazos. Se había despojado de la túnica hasta la cintura, y permitía que el agua le golpease y resbalase por su cuerpo empapando sus ropas.
Hacía ya tiempo que había subido al tejado, y ahora, con los relámpagos iluminándolo todo y los truenos ensordeciendo a todas las criaturas, se sentía dueño de sí mismo otra vez.
En cuanto vio a través de las ventanas que se avecinaban aquellas oscuras nubes, supo que la tormenta descargaría sobre el monasterio, y no se preocupó de la reprimenda del cocinero cuando abandonó los fogones, y corrió por los lustrosos pasillos, y subió por las empinadas y desgastadas escaleras, más allá de las salas de los iluminados, más arriba de las habitaciones de los maestros. Dejando atrás y abajo la sala de las reliquias, trepó por la escala de madera hasta el patio de oraciones, y luego por los muros y las imágenes, hasta que no pudo subir más. 
Palmeó y danzó cuando los primeros rayos cayeron abajo, en el valle. Y entonces escuchó, como tantas veces, y volvió a escuchar y a aprender, hasta que la tormenta pasó y su voz no fuese más que rumores lejanos.
Sin embargo, no tardarían en notar su ausencia. Estaba próxima la hora de las ofrendas, y el viejo Yutze se encargaría de sermonear a los novicios sobre los deberes inexcusables y la cantidad de reverencias que debían realizar dependiendo del rango de los visitantes. Le gustaba que todos estuviesen presente, así que, cuando bajase del tejado directamente al templo, mojado y desaliñado, Yutze le agarraría por las orejas y lo sacaría de allí. Pero no le importaba. La tormenta le había hablado. Le había contado muchos más secretos que otras veces, y por eso sabía que pronto dejaría aquel lugar.

No le apenaba dejar aquellos muros. Los otros novicios nunca le habían considerado digno, ni siquiera para las crueles bromas a las que sometían a otros, y eso le había permitido aprovechar el tiempo que otros se pasaban peleando, en practicar lo aprendido. No lo aprendido de los maestros del monasterio, sino otra clase de conocimientos. Pronto vendrían a buscarle y entonces empezaría su existencia verdadera, y sería uno más con sus hermanos. Pero hasta entonces, debía seguir las normas del monasterio, lo suficiente como para no llamar la atención.

El miedo a la hoja en blanco

La siguiente entrada ha sido sacada del blog "Pasión y Tinta" de la escritora Vanessa Puga.

Se lo tomo prestado pues me parece que expresa muy bien los problemas que nos encontramos a la hora de enfrentarnos a una hoja en blanco.

El miedo a la hoja en blanco

Estándar
 
Conozco a muchas personas que me dicen que tengo un don porque escribo. A mí me parecía una exageración hasta que me di cuenta de que muchas personas le tienen miedo al papel en blanco. El enfrentarse a una hoja donde la nada es lo que gana el espacio causa cierto miedo. En lugar de verlo como una oportunidad muchas personas lo ven como un reto: es esa montaña alta e inexpugnable donde la punta está lejana y ninguna preparación del mundo será suficiente para subirla y conquistarla.
Ahí está el primer (y más grave) error. Una hoja en blanco no es algo horrible: es una enorme posibilidad de expresarse. Ya sea la expresión de uno mismo para ponerle orden a sus ideas y pensamientos o para darle a entender al resto del mundo cómo lo vemos. Es una ventana abierta para que nosotros la llenemos de color, de vida, impregnarla de uno mismo para que los demás nos conozcan y nos entiendan. Si se cambia la visión del “tengo que llenar la página” por un “voy a poder expresarme” la cosa es más fácil. Cambiar del obstáculo a la oportunidad quita un gran peso de encima.
El segundo paso es dejar de pensar en los otros que leerán. Muchos se apanican al pensar en el lector, en si los entenderán o en el cómo decir las cosas. A mí me funciona mucho el escribir para un amigo o un ser querido. Generalmente escribo como si fuera una carta para contar mis ideas. Cuando se trata de compartir con alguien de nuestra confianza las palabras fluyen con mayor facilidad que cuando pensamos en un profesor, un jurado o un perfecto extraño.
El tercer paso es no querer lucirse: hay que hablar de lo que uno sabe. Tratar de abarcar temas desconocidos suelen complicar el escribir. Claro que si se trata de un trabajo para la escuela lo mejor que se puede hacer es tener muchas referencias: entre más se lee más se escribe.
Y es que sin un bagaje detrás de nuestras palabras es prácticamente imposible poder escribir. A veces pareciera que otros autores ya dijeron o pensaron lo mismo que nosotros. O lo contrario a nosotros, lo que facilita tener un punto de partida: contradecir a alguien (con razones) siempre permite escribir con fluidez (nos gusta ser contreras).
Un buen punto de partida es un cita o, sin son visuales, una imagen. Siempre algo externo puede motivarnos a escribir. Sí, insisto: buscar un punto de partida y saber qué queremos decir son cosas básicas. A veces también sirve tener una especie de esqueleto: cuál es la idea central de lo que vamos a escribir es clave. De ahí, dos o tres ideas secundarias. No desviarse. Suele pasar que uno quiere decir demasiadas cosas al mismo tiempo y acaba diciendo nada. Un punto central, un par de ideas secundarias alrededor y punto.  ¿Surgieron más ideas en el transcurso de escribir? Bien, apúntalas en otro lado para desarrollarlas en otro texto.  Sí, apúntalas. Una idea que llega de golpe y a la que se le da una ventaja para escaparse jamás regresa tal cual llegó en primera instancia. Son escurridizas. Por eso siempre es bueno tenerlas apuntadas. Así uno se va haciendo de un pequeño arsenal de ideas para poder desarrollar después. Créanme: con eso el miedo a la hoja en blanco se supera. Y con muchas lecturas para seguir despertando la curiosidad. Quien mucho lee, mucho escribe. Es un hecho.
Aunque, claro, lo mejor para superar el miedo a la hoja en blanco es simple y sencillamente escribir. Nada mejor que ejercitar el arte de la escritura para volverse buenos en ello.

Enlace al artículo: Blog "Pasión y Tinta"

Unos consejos para escribir

Escribir un relato o un libro puede ser un hobby interesante y gratificante. Pero como todo arte, resulta una tarea a veces ardua, que puede llegar a un punto muerto durante su creación. Lo mejor para no perderse durante la redacción de una historia es seguir unos cuantos pasos, más elaborados que el clásico introducción-nudo-desenlace, que sirvan como guía de lo que te propones hacer. 

El lugar: Lo primero de todo es buscar un lugar donde estés a gusto y sin distracciones. Tu rincón de creación o inspiración. Que te sientes cómodo/a es fundamental pues la escritura lo haces por placer, no por obligación, y cuanto más a gusto estés, con más satisfacción realizarás la tarea. Las distracciones sólo sirven para eso, para distraerte. Es posible que justo cuando te vaya a llegar la inspiración, entres en internet a jugar, y entonces, estás en la misma situación que al principio. Apaga el móvil. Que te llamen o se pongan a hablar contigo en pleno proceso creativo suele molestar considerablemente, ya que interrumpen tu línea argumental (la que tienes en la cabeza) y rompen el ritmo de escritura, dificultando el progreso y las ocurrencias que podrían fluir de forma natural. Si quieres ponte música. Busca algo que te inspire o te anime. Recuerda, en un estado de confortabilidad todo sale con más facilidad. 

El motivo: ¿Cuál es el trasfondo de tu historia? ¿Qué personajes principales habrá? ¿Cuáles serán sus motivaciones? ¿Dónde se desarrollará la historia? Es recomendable que hagas un pequeño croquis y algunos esquemas con apuntes sobre la idea que tienes, a ser posible, en orden cronológico. Observar tus ideas de forma sencilla puede hacer que veas errores simples de trasfondo o argumentación que es posible que no te dieses cuenta si elaboras desde el principio la historia. Antes de empezar nada, corrige lo básico.