Escribir un relato o un libro puede ser un hobby interesante y gratificante. Pero como todo arte, resulta una tarea a veces ardua, que puede llegar a un punto muerto durante su creación. Lo mejor para no perderse durante la redacción de una historia es seguir unos cuantos pasos, más elaborados que el clásico introducción-nudo-desenlace, que sirvan como guía de lo que te propones hacer.
El lugar: Lo primero de todo es buscar un lugar donde estés a gusto y sin distracciones. Tu rincón de creación o inspiración. Que te sientes cómodo/a es fundamental pues la escritura lo haces por placer, no por obligación, y cuanto más a gusto estés, con más satisfacción realizarás la tarea. Las distracciones sólo sirven para eso, para distraerte. Es posible que justo cuando te vaya a llegar la inspiración, entres en internet a jugar, y entonces, estás en la misma situación que al principio.
Apaga el móvil. Que te llamen o se pongan a hablar contigo en pleno proceso creativo suele molestar considerablemente, ya que interrumpen tu línea argumental (la que tienes en la cabeza) y rompen el ritmo de escritura, dificultando el progreso y las ocurrencias que podrían fluir de forma natural.
Si quieres ponte música. Busca algo que te inspire o te anime. Recuerda, en un estado de confortabilidad todo sale con más facilidad.
El motivo: ¿Cuál es el trasfondo de tu historia? ¿Qué personajes principales habrá? ¿Cuáles serán sus motivaciones? ¿Dónde se desarrollará la historia? Es recomendable que hagas un pequeño croquis y algunos esquemas con apuntes sobre la idea que tienes, a ser posible, en orden cronológico. Observar tus ideas de forma sencilla puede hacer que veas errores simples de trasfondo o argumentación que es posible que no te dieses cuenta si elaboras desde el principio la historia. Antes de empezar nada, corrige lo básico.
¿Quién es tu público?: ¿Escribes para adultos, jóvenes o niños? Saber a quién diriges el mensaje facilita la expresión del contenido y el desarrollo de la línea argumental. No vas a usar un lenguaje elaborado si la historia está dirigida a adolescentes, como no vas a usar una historia de trama sencilla para unos lectores adultos. También debes prestar atención al género en el que quieras desenvolverte. Los términos o vocabularios que uses no serán los mismos en un drama, que en una novela de fantasía, que en una crítica social. Cada lector de cada género está acostumbrado a un tipo de escritura.
Los personajes: Elaborar un personaje no es fácil. Debes entenderlo, saber cuál es su historia desde que nace hasta que aparece en el libro. Qué motivaciones tiene para actuar de la forma que tienes pensado que actúe. Cuál es su nivel de educación, y en consonancia, adecuar el lenguaje a su nivel (un granjero nunca hablará como un doctor). Debes intentar entrar en la piel de tu personaje para saber cómo actuaría en la historia o si el personaje que tienes en mente se adecúa a ella. En este último caso, si es negativo, tienes dos opciones: o cambia de personaje, o cambia de historia.
Comenzar: Un escritor, rara vez escribe de una forma lineal de principio a fin. Normalmente, debido a que eres el único conocedor de toda la historia, puede que los acontecimientos que se te ocurran sucedan en momentos diferentes del conjunto de la trama. No te preocupes. Puedes empezar escribiendo el capítulo 8, después el 10 y después el 3, y así sucesivamente (te recomiendo empezar por el capítulo que te resulte más fácil de desarrollar). Guarda todo lo que escribes, no lo deseches, aunque sean párrafos sueltos. Imagina que estás montando un puzle cuyo resultado final sea un bonito cuadro. No tienes por qué necesariamente empezar desde el principio, y, sobretodo, NO DEBES contarlo todo en el primer capítulo. Debes enganchar al lector hasta el final del libro, donde le desvelarás todas las pistas que has dejado caer a lo largo de la historia.
Desarrollo: El trasfondo es una de las cosas más bonitas que tiene una historia, en ella se van desarrollando los acontecimientos, creando la línea argumental. Pero a veces, ocurre que, tus personajes cobran vida propia y se alejan de la trama. Esto es debido a que has conseguido entender y meterte en el papel de los personajes. Si esto sucede, no intentes obligarles a seguir la trama, ya que entonces, el desarrollo de la historia se verá como forzado y destruirá por completo la fluidez de la misma. Puedes intentar ver a dónde te lleva el personaje, y una vez llegados a un punto de parón, rehacer tu croquis, si fuera necesario, y adaptarlo a la nueva situación.
Extensión: Un libro extenso no es sinónimo de un libro divertido, es más, si intentas extenderlo más allá de lo necesario, es posible que le resulte tedioso al lector. La extensión del relato debería ser acorde al ritmo de los acontecimientos, ya que, de otro modo, el interés del lector podría decaer si se encuentra con un ritmo desacompasado. Es un verdadero arte el poder contar mucho con pocas palabras, y se puede disfrutar lo mismo leyendo 50 que 500 páginas.
La trama: Bien, tú conoces todo lo que pasa, cuáles son los motivos de cada uno de los personajes, qué planean, qué quieren, qué les impulsa, qué van a hacer, y, sobretodo, cuál va a ser el resultado final. Por ello, la tarea más difícil será el “no contar”. Arderás en deseos de decirlo todo y correr. No te precipites, estás escribiendo una historia, no un resumen. Intenta soltar unas pequeñas pistas al principio, luego a la mitad y, más tarde, casi hacia el final del libro para enganchar al lector. Repasa bien la línea argumental no sea que dejes cabos sueltos que necesiten aclararse, o que los cabos sueltos dejados sean necesarios para el desarrollo de la trama. Recuerda que el lector no sabe lo que tú sabes, por lo tanto, no escribas como si ya supiera de qué hablas, o escribe picando su curiosidad, omitiendo detalles directos y “dejándolos ver”. Tú tienes el poder de decidir qué quieres que el lector sepa o no.
El final: ¿Piensas cerrar definitivamente el relato? ¿va a haber una continuación? ¿o prefieres dejar la conclusión en manos de la imaginación del lector? Éstas son cuestiones que debes tener en cuenta a la hora de terminar, pues, en base a éstos motivos, podrás descubrir o no todas tus cartas argumentativas, o terminar con tus personajes de forma definitiva o no. Intenta que tu final tenga el mismo ritmo que la historia narrada. Un final rápido deja un mal sabor de boca y puede que estropee la sensación de satisfacción que haya podido tener el lector a lo largo de la obra. Del mismo modo, no te alargues en el final más de lo necesario. El lector quiere conocer la conclusión, quiere acabar y quitarse de encima toda esa tensión que le has ido creando a lo largo del relato.
Se tu mayor crítico: Repasa lo que has escrito, relee todo y corrige las faltas de ortografía, expresión o desarrollo que veas. Rellena lagunas argumentativas que observes y finalmente deja que otros opinen y critiquen constructivamente. Puede que los demás vean errores que a ti se te hayan pasado por alto. Tus amigos opinarán para tu bien; no rechaces ni ataques a la primera lo que te digan, y piensa qué es lo que ellos vieron que tu no, para no volver a cometer esos errores en futuros textos.
Ahora sólo os hace falte poneros manos a la obra y disfrutar vosotros también con la creación de relatos para enriquecer la imaginación y la sabiduría de la humanidad, igual que hicieron otros escritores anteriormente.
Por último os dejo un vídeo resumen de lo escrito arriba.
En la siguiente entrada abordaremos el mayor temor de todo escritor: Enfrentarse a la hoja en blanco.
Buff.... me sirven para lo que estoy escribiendo, pero creo que Borja deberia echarle un vistazo... ;)
ResponderEliminarme alegro que te sirva de ayuda ^^
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