TRASFONDO DE PERSONAJE
Autores: Ziortza y Borja
Hoy vamos a abordar el tema de la creación de personajes.
Un personaje, por mucha o poca importancia que tenga, siempre tendrá un papel central en tu relato, ya que puede ser el medio o conducto que utilices para el desarrollo de la trama de tu historia, o, simplemente, el conjunto de personajes pueden aclarar y enriquecer la trama hacia un desenlace imprevisible.
Lo más importante es que todo personaje que aparezca en tu relato, por muy insignificante que sea, como cualquier otra persona, tiene un pasado que condiciona su presente y, por ende, influye completamente en su forma de pensar y actuar. Cada vez que quieras introducir a alguien, ante todo, primero debes pensar de dónde viene, cuál es su historia personal, cómo actuará dentro de tu relato y, sobretodo, qué aportará al desarrollo de la trama (si ayudará a complicarla aún más o a resolverla). Para ello es recomendable escribir lo que se llama un trasfondo de personaje, es decir, un relato muy corto que narre su vida. Obviamente, este relato puede que nunca aparezca en la historia, o, puede que el personaje relate pequeños trozos de su vida, o, tal vez consideres interesante que narre toda su vida si crees que es útil y no pueda aburrir al lector. El trasfondo te ayudará a entenderle y a conocerle, dando así sentido a sus actuaciones y carácter. E incluso, es posible que mientras lo manejes en la historia, él mismo cobre vida y te ayude a relatar o guíe la trama hacia nuevos derroteros. Sólo la experiencia te dirá qué puede pasar, así que no dudes en escribir diferentes personajes, aunque algunos parezcan bobos. Siempre puedes usarlos en otros relatos si decides descartarlos en el actual.
Un ejemplo de trasfondo de personaje:
Sir Leeroy Paloncino di Cervello
Sir Leeroy es nada más ni nada menos que el hijo del Duque Walterio Paloncino di Cervello, el más famoso, valiente y audaz de todos los Caballeros de Bellafonte. Desde su más tierna infancia ha sido entrenado y preparado para una única misión: defender la Auténtica Fe, su Principado y su Honor de todos los temibles males que acechan en la oscuridad. Leeroy no tiene miedo a la muerte. Leeroy no retrocede ante el peligro. Leeroy nunca se rinde. Todas las misiones encomendadas a este leal Paladín del Orden y la Justicia han terminado siendo un rotundo éxito. Con el poder de la virtud, el honor y la entrega ha superado todas las adversidades y se ha sobrepuesto a las terribles calamidades que el destino ha interpuesto en su camino. Siempre presto a la defensa del débil y el indefenso, Sir Leeroy se esforzará siempre al máximo para enfrentarse al peligro…
… bueno, eso siempre y cuando sea capaz de diferenciar que algo está en peligro. Y es que el pobre muchacho es más tonto que un zapato. Bien intencionado, pero con pocas luces. Una vez Sir Leeroy viajaba en una diligencia siendo niño y fue asaltado por unos bandidos. Fue secuestrado, atado y mantenido prisionero dentro de un armario durante tres días en una cabaña perdida en el bosque hasta que fue rescatado. Cualquier crío hubiese estado traumatizado por la experiencia, pero Leeroy necesitó semanas para entender que esos bandidos eran ‘gente mala’ y que no estaban jugando al escondite. Otro día salió de compras por la ciudad y se las arregló para volver a casa vestido con harapos, siendo casi confundido por un campesino por los sirvientes. Al parecer un grupo de pilluelos le habían engañado para que les entregase su dinero y su ropa a cambio de ‘un disfraz para el próximo carnaval de la ciudad’. Lo que más le entristeció a Leeroy fue descubrir que no se celebraba carnaval alguno en todo el principado.
Sir Leeroy, de haber pertenecido a otra familia noble pusilánime cualquiera, habría malgastado su existencia sin responsabilidad alguna, yendo a cazar con halcones, acudiendo a recitales de poesía o aprendiendo a bailar la gavota. Afortunadamente su padre, que en general posee las mismas dotes que su primogénito, decidió educarlo para ser el perfecto heredero del Ducado de Paloncino di Cervello. Decir que su aprendizaje fue duro es quedarse corto, pero afortunadamente Leeroy era un Paloncino de pura cepa, lo que le convertía en alguien incapaz de entender la idea de que existe una cosa llamada ‘limitación’. Así que sus Maestros decidieron hacer uso de esa gran capacidad de entendimiento limitada. Muy limitada. Con el tiempo el carácter de Leeroy se forjó simple como una piedra, inamovible como una montaña y poderoso como un alud. A lo que otra gente menos dada a las florituras poéticas diría que Leeroy, pese a sus buenas intenciones, es más tonto que un zapato. En su lejano hogar, Leeroy se ganó rápidamente la admiración de la soldadesca debido, precisamente, a esta cualidad. No era el líder más brillante ni el estratega más avezado, pero plantaba los pies en el suelo y nunca se rendía ante la adversidad, fuese cual fuese. Su ejemplo animaba a otros a que le emulasen, y pronto se convirtió en el joven oficial más prometedor de todo Bellafonte.
Sin embargo su madre Bellatrix tenía claro una cosa. Si bien había criado a un hijo fuerte, enorme y poderoso, no era lo que se dice muy avispado y sería pasto fácil de cualquier cortesano medianamente avispado. Acostumbrada a lidiar con las meteduras de pata de su marido, logró convencer a éste para que permitiese a Leeroy enrolarse en la Universidad de Lucrecio bajo el engaño de que allí podría dedicar unos años a estudiar las Artes de la Diplomacia, de las Ciencias y de la Corte, dado que al ‘pobre chico’ le vendrían bien el día de mañana cuando heredase el Ducado. Obviamente lo que pretendía la buena mujer era únicamente que viese mundo y espabilase, rezando para que a su vuelta su dura cabeza se hubiese ablandado un poquito. Y dicho y hecho, Leeroy se embarcó rumbo a Lucrecio sin tener muy claro qué clase de academia de instrucción militar es esa llamada ‘Universidad’.
La vida de la Universidad no es para Leeroy. Acostumbrado a una vida castrense, se levanta al amanecer para hacer ejercicios de calentamiento, y se pasa una hora puliendo su armadura y sus armas. Acto seguido, acude a todas sus clases correctamente vestido con el uniforme de gala, y se dirige a todos sus Maestros como si fuesen oficiales superiores del ejército. El resto del tiempo libre trata desesperadamente de hacer sus deberes, mientras se pelea con la ortografía, las matemáticas y la geografía. A veces incluso tiene algún ejercicio bien y todo. Y por las noches hace ronda por la Universidad para evitar que haya problemas, algo que hace de buena gana para agradecer los duros esfuerzos de sus Maestros para que él aprenda algo. Ni siquiera se ha parado a pensar que está pagando una fortuna por estudiar allí, único motivo por el que se le tolera.